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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Si Lucía Etxebarría deja de publicar compra mi novela para mantener el orden cultural del Universo


El mundo de la cultura y el literario en particular se ha desmoronado, venido abajo como un castillo de naipes mal ensamblado porque uno de sus mayores activos, Lucía Etxebarría, ha decidido 'colgar el teclado (o la pluma)' para dedicarse a otros menesteres que le reporten más beneficios y menos disgustos. La culpa, cómo no, la tienen los 'bucaneros culturales', esos seres abyectos que piratean todo lo que cae en sus manos con cierto tufo a cultura y no la posibilidad de que, simplemente, sus obras no gusten o hayan dejado de interesar a algunos leedores de este país.

Vaya por delante que entiendo y hasta puedo compartir su indignación cuando alguien pone en tela de juicio su actividad profesional como escritora y su reivindicación a ser remunerada por ello, cosa que pasa en gran medida por la liquidación de los porcentajes de venta. El esfuerzo no es ni debe ser gratuito, sea cual sea.

Sin embargo, disiento hacer de la piratería el foco de todos los males del universo artístico. Cierto es que las nuevas tecnologías han hecho más accesible la adquisición de contenidos culturales, desde música a réplicas de cuadros, pasando por películas o libros. Pero tampoco nos engañemos, siempre se ha 'pirateado' y se seguirá haciendo.

Antes de los portales P2P y los archivos de música MP3 existieron las dobles pletinas y el amigo, al que ahora no conoces porque puede que viva en la otra punta del mundo, que tenía ese o esos discos que tanto te gustaban y al que no le importaba compartirlos contigo, y grabártelos en una cinta de 90 ó 120 minutos. Una casete que una vez salida de la cadena de música se extendía como la Gripe A y se convertía en una pandemia, saliendo copias a las que le salían copias a las que le salían copias y así sucesivamente hasta como diría Buzz Lightyear 'el infinito y más allá'.

Y con los libros sucedía algo similar. Alguien llegaba a casa con su flamante 'Señor de los Anillos' o 'Los pilares de la tierra' en tapa dura y con ilustraciones, para saber qué mierda es un 'orco' y qué un 'uruk hai' y no confundirlos nunca jamás. Una semana más tarde, ese libro cambiaba de manos y emprendía un viaje tanto o más largo que el de Frodo hacia el 'Monte del Destino'. Un amigo que se lo dejaba a otro amigo que se lo prestaba a otro y así hasta que regresaba al punto de partida y permitía al barrio entero hacer coloquios acerca de la figura de 'Smeagol' como símbolo de la corruptibilidad innata que alberga el ser humano.

Por todo ello y porque no sé cómo se cuantifican el número de 'ejemplares piratas' que pululan por ahí me parece un recurso fácil demonizar la 'piratería' antes que, al margen de los vicios propios del sector editorial, mirarse el ombligo y pensar que quizás el problema es que como autor he dejado de interesar al público y que mi trabajo no conecta, por muchos años que ello me lleve.

El tiempo invertido es relativo. No creo que Buenafuente dedique ni la mitad del que ha dedicado Lucía Etxebarría a su novela, pero sus libros de monólogos se venden como churros el día de Sant Jordi. Cierto,en parte porque tiene mucho camino andado gracias a su popularidad, pero eso es harina de otro costal.

La escritora dice que es 'momento de buscarse un trabajo' porque tiene que comer. Desde aquí sólo le puedo decir que es lo que hay y más en tiempos difíciles como los que corren. No es la primera ni la última que debe compaginar actividades y aunque creo que no acabará en una cadena de montaje, con una redecilla en la cabeza y embalando pastelillos industriales, estoy seguro de que no dejará de sentarse frente al ordenador para seguir dando rienda suelta a sus historias. Es lo que tienen las pasiones. Escribir es una de esas. Se tiene o no se tiene, pero si se tiene es imposible contenerla.

Concluyo hoy con un llamamiento. Ahora que Lucía Etxebarría ha decidido dejar de publicar, para evitar una crisis mundial o algo peor (un cataclismo, el juicio final...), os dejo a tiro mi primera novela 'Lasatribuladas peripecias de la banda de Agustín González'. Es divertida, muy divertida y terriblemente divertida. Y el precio es tan irrisorio que hasta da pena 'piratearla'.