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viernes, 25 de noviembre de 2011

Papá Noel puede hacerse de oro con una compañía aérea navideña

Hoy he escrito mis dos primeras cartas con carácter marcadamente navideño. La proximidad de las fiestas me ha impulsado a ello porque deseo que esa imagen del hijo que vuelve a casa por Navidad que tantas veces he visto por televisión en un anuncio de turrones siga siendo así. No tengo ganas de que en 'mi anuncio navideño' la madre fallezca de un reventón al cenarse, sola, un pavo de siete kilos acompañado con una olla de sopa y de postre una montaña de piña natural, además de aperitivos varios y litros y litros de refrescos, vino y cava, mientras sus familiares subsisten tirados en la terminal de un aeropuerto, con un bocadillo reblandecido cuyo embutido es difícil de describir aunque en la etiqueta asegure tratarse de salami. Porque eso es lo que temo pueda llegar a suceder de acuerdo con lo extraído de las últimas negociaciones entre la compañía aérea Iberia y el SEPLA, el sindicato de pilotos.

No es la primera vez que sucede. En los últimos años el sector aeronáutico, por un motivo u otro, parece vivir volcado en promulgar los valores de la Navidad entre los usuarios: fraternidad, paz, amor, solidaridad... y para ello 'inventa' pretextos absurdos como controladores en pie de guerra, compañías aéreas que echan el cierre con los que poder dejar en tierra a cientos de personas, en una clara invitación a redescubrir y compartir el espíritu de estas fiestas tan señaladas.

Este año 'la excusa' para congregar a personas y familias en las terminales de los aeropuertos con el único fin de hacerles partícipes de la 'magia navideña' podría ser una huelga de pilotos, dado que las negociaciones del convenio continúan encalladas, en punto muerto. De hecho, me inclino a pensar que hace tiempo que 'el punto' ha sido incinerado y sus cenizas esparcidas por alguna de las pistas de aterrizaje de Barajas.

La huelga, la habrá, sí o sí, eso es algo que el SEPLA ha dejado claro. Ahora queda decidir cuándo, pero teniendo en cuenta acciones anteriores, es probable que estas navidades por las puertas de embarque de algunos aeropuertos españoles se oigan 'villancicos' tan clásicos en estos últimos años como 'Esto es una vergüenza', 'Vuelan menos que las palomas de las grandes ciudades' o 'quiero el libro de reclamaciones, ¡ya!'.

Aeropuertos afortunados, esos. Otros en cambio, celebrarán las navidades solos, sin pasajeros. Con suerte, habrá algún controlador en la torre, no vaya a ser que en otro de los que sí tienen tráfico, unas obras inoportunas dejen algunas pistas de aterrizaje sin alumbrado.

Yo, como ya he dicho, he escrito dos cartas. La primera dirigida a mi madre, rogándole que, en caso de no hacer acto de presencia el día de Nochebuena, desista del intento de acabar con la comida que haya preparado y que contemple la posibilidad de guardarla en 'tuppers' hasta después de navidades, momento en que, con toda probabilidad, subiremos a bordo de un avión de nombre 'Rudolph'.

La segunda, es para Papá Noel. Le he preguntado si él también se acogería a una huelga, caso de haberla, porque al fin y al cabo es piloto, aunque pilote un trineo tirado por renos voladores, y a lo mejor afiliado al SEPLA. Si no es así, le pido como regalo que me suba en su trineo y me lleve a casa de mi madre.

Si es listo además de repartir regalos y felicidad, montará diversos trineos, uno tirado por cada reno, y abrirá la compañía aérea Air Noel. Si hay huelga de pilotos y si cae en Navidad, seguro que gana una fortuna.