Hoy he dedicado las
primeras horas de la mañana a 'customizar' la pantalla del ordenador
de mi puesto de trabajo y lo he hecho adornándola con un sombrero de
ala ancha y fieltro gris y una vieja y descolorida gabardina marrón,
estilo Philip Marlow. Para acabar, he abierto el 'Notepad' y lo he
dejado en un rincón de la pantalla. Y es que en días como hoy y con
noticias como la protagonizada por Microsoft, me asalta cada vez más
la sensación de no estar frente a una herramienta de trabajo sino
ante un espía al servicio de los intereses personales y comerciales
de uno, dos o más 'Grandes Hermanos'.
Antes, pero, el cerebro
tiene estas cosas, me he descubierto pensando en porqué empleamos
tantos anglicanismos como 'customizar', por ejemplo. Y me he
sorprendido preguntándome en voz alta, ¿qué hay de malo en la
palabra personalizar? Una pregunta que ha despertado algunas miradas
de extrañeza a la vez que una respuesta escueta de uno de mis
compañeros, 'nada, supongo', me ha dicho. He asentido. Habrá quien
sostenga que simplemente es menos 'cool', otro anglicanismo a su vez
mucho mejor que 'guay'. Y será ese sujeto que para demostrar sus
conocimientos informáticos asegurará haber abierto el 'Notepad' en
lugar del 'Bloc de Notas'.
Y sin quererlo me he
visto llegando a la conclusión de que, si bien puede resultar
tolerable el uso de estos términos de vez en cuando, incluso hasta
recomendable en ciertas ocasiones, lo cierto es que cada vez más
tengo la sensación de leer en 'spanglish' para principiantes, nivel
0. Y no es para nada 'fashion'.
Una vez recuperado el
hilo conductor de mi zozobra actual, los ordenadores 'chivatos', no
he podido pensar en que la idea de Microsoft supone una vuelta de
tuerca más al control del trabajador y un paso más hacia una
sociedad laboral 'orwelliana' con el omnipresente 'Gran Hermano'
vigilando cada uno de nuestros movimientos.
Hasta ahora era habitual
que algunas empresas monitorizasen la actividad de sus empleados a
través de programas capaces de medir el uso de los ordenadores en
horas de trabajo; para averiguar si esos 'correos electrónicos urgentes' que has de enviar llevan como asunto 'Hoy nos emborrachamos
hasta desmayarnos' y como remitentes a 'papipapito@hotmail.com'
o 'quepedokvoy@yahoo.com',
o si tus búsquedas por Internet para profundizar en estudios de
mercados mueren en el 'estudio' anatómico de 'muchaschicas.com', en
el de la dureza de los tejidos de las prendas de algún 'outlet' o en
el de la posibilidad de contar las bombillas que alumbran la Torre
Eiffel el próximo fin de semana gracias a los precios de
'viajestirados.es'.
Unos programas que dejan
sobre la mesa del despacho de tu jefe un informe donde detalla el
tiempo efectivo de trabajo frente al ordenador de cada uno de sus
empleados, el mismo que mientras él se acaba de enterar que
'Gatitasexy' vuelve a estar en línea en el Chat para mayores de 35
de Terra en el que lleva rato haciendo amistades, le sugiere que le
pregunte a Pérez, de contabilidad, qué tal se 'chatea' en el de
'MisChats', concretamente en el de 'solter@s
madur@s'.
Sin embargo, Microsoft,
piensa en ir un paso más allá. La tecnología Kinect, la misma que
emplea su consola Xbox para reconocer los movimientos de los
jugadores en sus videojuegos sin mandos, le ha abierto las puertas a
una nueva dimensión: el control gestual.
Si prospera, Microsoft
podría integrar en sus equipos un sistema que reconocería los
gestos y la gesticulación de los empleados y advertiría a sus
superiores cuando interpretase conductas extrañas o inapropiadas, a
la vez que se lo notificaría al propio interesado mediante un
mensaje.
'Sr. Giménez, deje de
sacarse los mocos y de pegarlos debajo de la mesa. Esa producción no
es para nada eficiente en su puesto de trabajo. Cada día pierde de
10 a 15 minutos en la fabricación y posterior plantado de su cultivo
de pelotillas. En un futuro le agradeceríamos que empleara ese
tiempo a buscar ideas con las que optimizar la gestión de entrada y
salida de paquetería de su departamento. Gracias. La Dirección'.
Así que id con cuidado,
porque si las empresas ya monitorizan nuestra actividad en Internet
en horas de trabajo, si Microsoft, Google y otros gigantes ya lo
hacen tanto en el trabajo como en casa, qué no podrán hacer si esta
tecnología acaba implantándose.
Puedo verme navegando por
Google y según interprete la cara que pongo ante el contenido que me
muestra me insertará una u otra publicidad. O abriendo el Word de
Microsoft y en función de mi reacción ante lo escrito...borrarlo.
'Esa cara de vicio no es
nada bueno. A tu madre no le ha gustado un pelo y desde la cocina me
ha ordenado el borrado de lo que estás leyendo'.
En un mundo poco privado,
pronto no dispondremos ni del placer de hacer una buena peineta a la
espalda de tu jefe después de un rapapolvo sin que el ordenador nos
envíe un mensaje:
'Gómez, que le veo...a
la próxima, a la puta calle'