Los recortes en la
sanidad, esos que desde los balcones de la Generalitat de Catalunya
han insistido en pregonar que no afectarían a la calidad del
servicio, los mismos que han movilizado a los propios trabajadores
del sector, a todos, desde celadores a cirujanos para protestar por
lo que consideran una precarización salvaje de los recursos y que en
muchos pacientes despiertan esa sensación de que la atención
sanitaria ha derivado a una política de 'quitarse el muerto de
encima', hasta que el 'muerto' se harte o fallezca, literalmente,
pueden ser los grandes protagonistas indirectos en los regalos de
estas navidades.
El miedo a la muerte ha
perseguido al hombre desde el instante en que tuvo suficiente uso de
razón como para cometer la insensatez de interrogarse acerca del
sentido de la vida y otras preguntas sin respuesta aparente de
marcado carácter metafísico y espiritual. Desde entonces, le ha
acompañado. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, esta inquietud
natural parece haber cedido terreno entre los habitantes de
Catalunya, y dejado paso al terror a enfermar.
Es comprensible, si
tenemos en cuenta que en los últimos meses ha asistido al cierre de
Centros de Atención Primaria, de los servicios de urgencia de
algunos hospitales, de quirófanos... así como a la eliminación de
camas hospitalarias y de personal sanitario. Y lo mejor de todo, sin
que reduzca para nada la calidad del servicio. Nada de nada.
Ya hay quien empieza a
llamar 'Doc' a Artur Mas y 'Marty McFly' a la Sanidad catalana,
porque a bordo del 'tijeretazo Delorian' ha viajado hasta 1.994. El
problema es que nuestro 'Marty McFly', al contrario que el de
'Regreso al futuro', ni tiene condensador de fluzo ni idea de cuándo
caerá el rayo en la torre del reloj del Ayuntamiento que le permita
regresar a 2.011. Es más, no tiene ni puta idea de dónde está el
reloj, si es que hay.
Ante semejante panorama,
es normal que en el subconsciente colectivo se haya instaurado el
temor a enfermar. Es inevitable. Porque cuando los propios
profesionales del sector se quejan de la falta de recursos humanos y
técnicos, a uno no pueden sino asaltarle las dudas de la atención
que le van a dispensar. Y se imagina tendido en la cama, con la nariz
roja y goteando mocos, los ojos hinchados y 39º de fiebre, con su
mujer al lado, hablando con sus padres:
'Tiene un resfriado, lo mejor
sería rematarlo, para que no sufra' les dirá mientras carga una
escopeta. 'Sí, sí, qué lástima' dirán ellos compungidos. 'Hace
un par de años habría ido a Urgencias y se habría salvado,
pobrecito'.
Por eso entiendo la
huelga de médicos. Incluso aun cuando leyese que el Gobierno de la
Generalitat tenía pendiente de aplicar otro tijeretazo, en esta
ocasión sobre las nóminas de los trabajadores y ello te incline a
pensar acerca de la verdadera naturaleza de la movilización. Es más,
la secundo, en todos sus aspectos. Una sanidad de calidad pasa tanto
por unas infraestructuras y un material de calidad como por un
personal de calidad. Y los salarios forman parte de la ecuación.
Así pues, en lo que se
refiere a los regalos de estas navidades, no me extrañaría nada que
la gente se lanzara a la caza y captura del 'kit del perfecto
cirujano', con bisturí, gorro, guantes, mascarilla y de regalo un
algodón para el sudor. El juego 'Operación' se vendería con su
veriones, 'cancelamos la intervención por falta de quirófanos' o
'su operación de cáncer de colón no es muy urgente, ya le
avisaremos'.
Yo ya he iniciado
contactos con varios desarrolladores para aprovechar las nuevas
tecnologías y lanzar al mercado una línea de juegos educativos para todas las plataformas; 'Doctor, me opero yo mismo' o 'estos síntomas son inequívocos,
tengo...'. Porque visto lo visto, lo mejor es estar preparado para
cualquier contratiempo que pueda surgir.