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jueves, 10 de marzo de 2011

Leche materna, Russ Meyer y una puerta abierta a nuevos sabores 'bio'

Si algo tiene este mundo en que vivimos es que sus habitantes no dejan de sorprenderme jamás, los humanos en particular y los 'warholianos', aquellos que disfrutan de 15 minutos de fama por alguna absurdidad, los que más. El último '¡pero qué estropeada está la gente!' que ha salido de mi boca, lo provoca un sujeto mitad 'Ferran Adrià', mitad director de marketing capaz de agotar las existencias de un helado que vende con el nombre de 'Baby Gaga' y dice hacer con leche materna. Este caso me causa estupor, entre otras cosas, por elevado número de 'mamones' que pululan por nuestras calles y por el enfado de la cantante Lady Gaga, que ha solicitado que 'rebauticen' al producto, no sé si por hacer negocio a costa de su imagen o por el fastidio de no ser propietaria de una idea complemento ideal para su línea de perfumes.

Por lo pronto las autoridades sanitarias del Reino Unido, país en que se encuentra el establecimiento ha retirado el helado con la finalidad de realizar todas las pruebas necesarias para garantizar que es apto para el consumo humano y que cumple con todos los estándares de calidad y sanitarios. Yo que no entiendo prácticamente de nada, que siempre he oído a los pediatras repetir hasta la saciedad que la leche materna es la mejor para el lactante, no me cuestiono la salubridad del ingrediente principal del 'Baby Gaga'. Si acaso, dudaré de los procesos de producción. 

Hablando de procesos. No alcanzo a imaginar cómo se elaborará dicho dulce. De hacerlo todo se ve como una fantasía lisérgico-erótica firmada por el Russ Meyer más onírico, en la que cientos de sus 'Supervixens' (con la exuberante Shari Eubank a la cabeza) sentadas alrededor de una gigantesca heladera, masajean con dulzura sus voluptuosos...bueno, eso, que me cuesta pensar cómo se prepara el 'Baby Gaga'.

Sin embargo, no es el elevado número de 'mamones' que se pirran por deleitarse con un buena bola de leche materna helada lo que más me perturba. Tampoco lo es el secreto de su fabricación que, de ser leche materna, probablemente será adquirida a madres con elevados niveles de producción sin reparos en dar rentabilidad a ese 'exceso de stock'.

Lo que verdaderamente me aturde es qué sucederá cuando las autoridades sanitarias concluyan que la leche materna es tan apta para el consumo como cualquier otro alimento, incluso más sana. Con tanto innovador con categoría de genio al acecho de 'sabores y texturas nuevas' y abierta la veda, los fluidos y las secreciones corporales pueden erigirse en nuevas vías de investigación.

Porque si la leche materna la emplea una heladería para elaborar un sabor el asunto no pasa de ser la anécdota de alguien que busca cierta notoriedad, salir en las noticias. Pero si quien perpetra esta 'genialidad' es alguien reputado dentro del mundo de la cocina, alguien capaz de nitrogenar los alimentos, alguien que en lugar de 'Baby Gaga' bautiza a su creación con un nombre más sugerente como 'bola cristalizada al frío (es decir, helada) de líquido elemento de concavidad maternal (es decir, un seno de mujer)', la cosa cambia y nos encontramos ante un pionero de la comida 'bio'.

Y a partir de ahí, deconstrucciones, cristalizaciones y toda clase de 'ones' a base de ingredientes de lo más 'bio' con nombres tan raros como sugerentes y los restaurantes a convertirse en clientes 'vip' de las clínicas de donación. 'Buenas, guárdeme el mejor esperma de caucásico del Norte de Europa para hoy. ¿Pruebas de fertilidad? ¿Para qué? Voy a cocinar no a quedarme en estado'.

Por último, entiendo el enojo de Lady Gaga. Pero...si su Gaga viene directamente de 'Radio Gaga', una de las canciones más conocidas de Queen, y es una palabra tan común entre los bebés...no sé yo hasta qué punto es lícito adjudicarse la titularidad del término. A ver si al final, con tanta pelea, van a molestar a Brian May y al resto de componentes de Queen y van a exigir el cobro de 'royalties' tanto por cada helado vendido como por cada vez que se mencione 'gaga', independientemente de si es nombre artístico o un bebé en un domicilio.

En España, se forrarían, seguro. De eso se encargaría la SGAE.