Los delincuentes
españoles están en un serio aprieto por culpa del método policial
que la policía del condado inglés de Derbyshire ha ideado para
capturar a sus criminales en busca y captura y que no es otro que el
de ofrecer una cata de cerveza gratuita. Se acabó peinar las calles
fotografía en mano o presentarse en su último domicilio conocido.
Unas invitaciones al mismo especificando gratis y a sentarse y
esperar que los huidos de la justicia acudan, sin saberlo, a
entregarse por su propio pie.
El éxito de la
iniciativa en Inglaterra residió en el producto ofrecido. En su
caso, unas espumosas y frías cervezas. Pocos pudieron resistirse a
la tentación de saborearlas sin tener que pagar un penique por ello
y por eso no dudaron en facilitar una hora y una fecha de entrega a
la supuesta empresa que les había hecho llegar dicha campaña
publicitaria a sus últimos domicilios conocidos. Diecinueve fueron
en total los detenidos. Un éxito si se tiene en cuenta que, según
recoge el periódico británico The Telegraph, se enviaron varias
docenas de invitaciones.
Así pues, no es de
extrañar que el jefe de policía del condado de Derbyshire se haya
mostrado más que satisfecho por la efectividad de una iniciativa
cuyo coste les resultó ínfimo en relación al que requieren los
métodos tradicionales y que les ha permitido apresar a delincuentes
acusados de la comisión de delitos que van desde el allanamiento de
morada a la agresión sexual.
No vería descabellado
en absoluto si la policía española se decidiera a importar este
sistema para localizar y detener a esos delincuentes escurridizos que
tanto cuestan de localizar. En un país donde el 'todo gratis' es
casi un 'leit motiv' y donde la publicidad engañosa está a la orden
del día (sólo hay que echar un vistazo a las miles de reclamaciones
que reciben al año las diferentes oficinas de protección del consumidor por ese concepto) en
todos los sectores comerciales, la pesca de 'chorizos' con campañas
de marketing falsas sería coser y cantar.
Naturalmente debería
crearse una división especial, algo así como la 'Policopy', mitad
policía, mitad copy creativo. Agentes capaces de crear anuncios
llamativos, de disfrazarse de teléfono móvil, de porción de queso
suizo o de tubo dentífrico cuando la ocasión lo requiera. Agentes
que dominen el arte de repartir 'flyers' a la salida del metro o de
clavarlos en los parabrisas y las ventanillas de los coches como si
fuesen 'shurikens', de convertirse en repartidores de publicidad
profesionales.
También se incorporaría
en plantilla a algún famoso, para dar 'solera' a los anuncios. José
Coronado o María Patiño, por ejemplo, y un teléfono de atención
al cliente.
Por su parte, la OCU,
abriría una oficina en cada prisión porque el número de
apresados se incrementaría en el mismo número que sujetos
denunciando ser víctimas de una práctica de publicidad
engañosa.
“Me dijeron que me
regalaban un reloj y lo único que me llevé a las muñecas fueron
las esposas de un policía” podría ser alguna de las múltiples
argumentaciones. Eso siempre y cuando, claro está, la policía no
cumpla con lo publicitado.
En caso de cumplir, el
discurso del detenido sería otro muy distinto y sin lugar a queja.
“Me han trincado, pero míralo por el lado bueno, cuando salga
dentro de un par de meses no tendré que robar un iPhone 4S, ya lo
tengo...¡y gratis!”
Sea cual sea el
resultado, una cosa está clara en este asunto. La publicidad
engañosa no va a dejar de existir, aunque aparentemente sea por una
buena causa. Mientras haya incautos al margen o no de la ley, habrá
tipos dispuestos a sacar partido de su candidez vendiendo duros a
tres pesetas, letras pequeñas que hacen de un presunto chollo la
mayor de las maldiciones existentes sobre la tierra.
Por último, serviría
como primer paso para la plena reinserción en la sociedad que alguna
de esas campañas de marketing falsas fuesen como las del 'aceite de
oliva', es decir, cincuenta delincuentes encerrados en un autobús de
visita a Covadonga con tres o cuatro agentes de policía hablándoles
sin parar durante más de siete horas de las ventajas que tiene un
ciudadano honrado sobre otro que no lo es a la hora de llevar la
fabulosa pulsera magnetizada que regalan? “El efecto no es el mismo
en uno que en otro. Os lo aseguro. Los iones no se cargan de la misma
manera”, les repetirían hasta la saciedad, una y otra vez.