No me extrañaría nada que, en breve, por las calles de la ciudad de
Barcelona, empiecen a brotar tiendas dedicadas a la venta de
artículos para el 'perfecto peregrino urbanita', con sandalias de esparto, cayados y
sombreros con una botella de agua de 50cl en vez de una concha y una
capa larga que se convierte en mochila cuando uno llega a su destino.
Es un negocio en ciernes, después de oír algunas de las medidas con
las que Artur Mas pretende que los catalanes se aprieten aún más el
cinturón en 2012 y que comprenden, entre otras acciones, una subida
de tarifa del transporte público, un incremento en el impuesto de la
gasolina y en el canon del agua.
El anuncio de unas medidas a la vista impopulares -a nadie le gusta
que le digan que le van a subir todo menos el sueldo, y menos con la
que está cayendo - se ha hecho dos días después del paso por
las urnas, donde CiU cosechó unos buenos resultados. Si fuésemos
malpensados nos asaltaría la sospecha de si han aguardado hasta
pasadas las elecciones generales por un 'mira que si lo decimos antes
y los cabreamos más aún estos tarugos serán capaces hasta de no votarnos'.
Pero como no lo somos, porque no lo somos, nos inclinamos a creer que
éste ha sido el momento que Artur Mas ha encontrado el tiempo y la
pausa necesaria que no brinda el trajín de una campaña electoral
para anticiparse a la llegada del 'tío Paco -o Mariano en este caso-
con las rebajas'.
La subida de precio de la tarifa del transporte público no es algo
que nos sorprenda. Sinceramente, dudo que exista alguien sobre la faz
de la tierra que no contemple que a principios de año el billete de
metro, autobús y tranvía se incrementarán en 5 ó 6 céntimos.
Hasta los habitantes de Tuvalu se lanzan el 31 de diciembre a hacer
acopio de abonos de transporte integrados del área metropolitana de
Barcelona.
Así pues, como la certeza del incremento de precio del billete de
transporte se ha convertido en una Ley, como la de Newton, algo así
como: 'a cada 1 de enero la subida experimentada es de 5 ó 6
céntimos de euro' sólo nos queda albergar una inquietud: si para
2012 en lugar de un agujero del cinturón optan por apretar dos o
tres. En ese caso, ¿serán suficientes 5 ó 6 céntimos?
Sin embargo, es otro de los aspectos en materia de transporte el que
más me inquieta, en concreto, se trata el referente al impuesto de hidrocarburos, porque La Generalitat ya ha informado de su intención de
subirlo. Hasta ahí, bien, dentro de lo que cabe. El problema, o al
menos en mi caso, es cuando se intenta puntualizar que ese incremento
'no repercutirá en el consumidor'. Porque es igual que el lobo con
caperucita, nos dan pistas, nos insinúan 'que si los ojos son para
vernos mejor, que si las orejas son para oírnos mejor, que si el
impuesto de hidrocarburos no incidirá en el precio al consumo...'
hasta que ¡zas! nos clavan el mordisco.
Hoy no entraré a valorar la futura subida del canon del agua, que
ya experimentó el pasado mes de octubre un incremento del 8%, pero
un nuevo ajuste del orden del 10% puede llegar a llenar de orgullo a
Darwin al ver en nosotros el más claro ejemplo de su teoría de las
especies. Porque en su infinita sabiduría la naturaleza dotará a
nuestras futuras generaciones con una o dos gibas.
Como tampoco lo haré con la tasa de matriculación universitaria,
que también se encareció en el presente curso ni con la idea del
'ticket moderador', eufemismo muy sutil del término copago. Eso lo dejo para
otro 'post'.
Por lo pronto, he empezado a encargar cientos de sandalias porque el
'urban pilgrim way of life' o 'estilo de vida del peregrino urbano'
está al caer.
Eso sí, desde la Generalitat de Catalunya, nos podrán decir que
hemos de sentirnos afortunados, que Barcelona es una metrópoli
compacta, reducida, que puede recorrerse a pie a cambio de unos pocos
sabañones y un puñado de rozaduras. Siempre nos podrán decir que
hemos de dar gracias por no tener una ciudad de de las dimensiones de
Nueva York o Pekín, por ejemplo. Y que si nos quejamos, es por
gusto, que andar es muy sano.
Algunos hasta lo practican, cuando no tienen que ir en helicóptero a los sitios, claro.