Post de temática casi
obligada después de la resaca que le deja a uno la celebración de
la fiesta de la democracia, en la que cada vez creo ver más
semejanzas con la barra libre de una boda, donde PP y PSOE son dos
amigos que beben despreocupados, porque las copas corren al cargo de
los novios -o votantes- y porque, pase lo que pase,
independientemente del número de cubatas que ingieran tienen claro
que uno de los dos será quien conduzca cada cuatro años por la
carretera Legislatura, el coche modelo España, propiedad de los
novios -o votantes-.
Poco o nada importa lo
bien que se hayan comportado ambos, si han arrasado con las
existencias del bar, ni las promesas que hayan hecho a las primas
solteras de la boda para por si acaso, llegada la hora de situarse al
volante del coche modelo España, se decanten a su favor si el estado
etílico de ambos es semejante. 'Pactos', los llaman. A cambio,
permiten subir detrás a tantas primas como haga falta para
asegurarse el volante.
'Podría dejaros conducir
a vosotras, pero los novios no me lo perdonarían jamás porque sólo
confían en mí o en mi colega. Sé que tenéis carné, pero el coche
es suyo y ellos mandan' les dice. Y así es, o al menos así lo
parece.
En esta ocasión será
Mariano Rajoy quien se siente al volante. Por fin, tras dos 'bodas
democráticas' obligado a regresar en el asiento junto al del
conductor, llamado también 'oposición' en los círculos de
conductores-políticos, podrá disfrutar del coche modelo España, si
bien es cierto que Zapatero se lo ha entregado con algunas
abolladuras y corto o muy corto de combustible. Los novios, asustados
por el lamentable aspecto de su vehículo, no sólo le han entregado
las llaves, si no que le han dado carta blanca para que practique
cuantas reparaciones estime necesarias, sin injerencias.
La mayoría absoluta
tiene tanto de bueno como de malo. Y en un marco tan difícil como el
actual se puede convertir en un arma de doble filo. El Partido
Popular dispone de cuatro años para aplicar sus políticas sin que
nadie pueda 'tumbarlas' y si no dan resultado siempre podrá imputar
su fracaso al Gobierno anterior y recurrir al socorrido tecnicismo
del 'lampista', ése que emplean cuando van a presupuestar un trabajo
a tu domicilio.
'Menuda chapuza te han
hecho los otros. Esto va para largo y no va a ser barato'
Hay margen de confianza.
O al menos eso parece. Eso sí, una vez agotado, errores y aciertos
se ven a la legua y señalar con el dedo al culpable resulta mucho
más sencillo. Por eso, como diría el tío de Peter Parker y
Spiderman: 'Mariano, un gran poder conlleva una gran
responsabilidad'.
Entonces Rajoy le miraría
a los ojos y le respondería: 'Señor tío de Peter Parker y
Spiderman, sólo le puedo decir que a la tercera va la vencida, ¡por
fin me toca a mí chupar del bote!
Una de las incógnitas es
qué sucederá con Alfredo Rubalcaba. Chupará del bote en la
oposición, que es más cómodo y en tiempos de mayoría absoluta
mucho más. Poco desgaste político, sin presión en votaciones
parlamentarias de cualquier tipo y la posibilidad de oponerse a todo
sistemáticamente. O lo que es lo mismo, cuatro años íntegros para
criticar la gestión de Rajoy como presidente del Gobierno.
Eso sí, primero deberá
sobrevivir a la terna de leones que en su propio partido ya se
preparan para pelear con él para alzarse como futuros líderes del
partido. Porque no es lo mismo chupar del bote que chupar del bote
con la certeza de que, tarde o temprano, lo cambiarás por el grande,
por el que ahora tiene Mariano Rajoy.
Y mientras tanto, en mi
caso y en el de otros muchos como yo, la victoria o la derrota del PP
y del PSOE en unas elecciones generales nos supone como diría un
filósofo de talla mundial como Julio Iglesias 'que unos vengan,
que otros se vayan y que la vida siga igual'.