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lunes, 21 de noviembre de 2011

A la tercera va la vencida: ahora sólo puedo decir que...¡por fin me toca a mí chupar del bote!


Post de temática casi obligada después de la resaca que le deja a uno la celebración de la fiesta de la democracia, en la que cada vez creo ver más semejanzas con la barra libre de una boda, donde PP y PSOE son dos amigos que beben despreocupados, porque las copas corren al cargo de los novios -o votantes- y porque, pase lo que pase, independientemente del número de cubatas que ingieran tienen claro que uno de los dos será quien conduzca cada cuatro años por la carretera Legislatura, el coche modelo España, propiedad de los novios -o votantes-.

Poco o nada importa lo bien que se hayan comportado ambos, si han arrasado con las existencias del bar, ni las promesas que hayan hecho a las primas solteras de la boda para por si acaso, llegada la hora de situarse al volante del coche modelo España, se decanten a su favor si el estado etílico de ambos es semejante. 'Pactos', los llaman. A cambio, permiten subir detrás a tantas primas como haga falta para asegurarse el volante.

'Podría dejaros conducir a vosotras, pero los novios no me lo perdonarían jamás porque sólo confían en mí o en mi colega. Sé que tenéis carné, pero el coche es suyo y ellos mandan' les dice. Y así es, o al menos así lo parece.

En esta ocasión será Mariano Rajoy quien se siente al volante. Por fin, tras dos 'bodas democráticas' obligado a regresar en el asiento junto al del conductor, llamado también 'oposición' en los círculos de conductores-políticos, podrá disfrutar del coche modelo España, si bien es cierto que Zapatero se lo ha entregado con algunas abolladuras y corto o muy corto de combustible. Los novios, asustados por el lamentable aspecto de su vehículo, no sólo le han entregado las llaves, si no que le han dado carta blanca para que practique cuantas reparaciones estime necesarias, sin injerencias.

La mayoría absoluta tiene tanto de bueno como de malo. Y en un marco tan difícil como el actual se puede convertir en un arma de doble filo. El Partido Popular dispone de cuatro años para aplicar sus políticas sin que nadie pueda 'tumbarlas' y si no dan resultado siempre podrá imputar su fracaso al Gobierno anterior y recurrir al socorrido tecnicismo del 'lampista', ése que emplean cuando van a presupuestar un trabajo a tu domicilio.

'Menuda chapuza te han hecho los otros. Esto va para largo y no va a ser barato'

Hay margen de confianza. O al menos eso parece. Eso sí, una vez agotado, errores y aciertos se ven a la legua y señalar con el dedo al culpable resulta mucho más sencillo. Por eso, como diría el tío de Peter Parker y Spiderman: 'Mariano, un gran poder conlleva una gran responsabilidad'.

Entonces Rajoy le miraría a los ojos y le respondería: 'Señor tío de Peter Parker y Spiderman, sólo le puedo decir que a la tercera va la vencida, ¡por fin me toca a mí chupar del bote!

Una de las incógnitas es qué sucederá con Alfredo Rubalcaba. Chupará del bote en la oposición, que es más cómodo y en tiempos de mayoría absoluta mucho más. Poco desgaste político, sin presión en votaciones parlamentarias de cualquier tipo y la posibilidad de oponerse a todo sistemáticamente. O lo que es lo mismo, cuatro años íntegros para criticar la gestión de Rajoy como presidente del Gobierno.

Eso sí, primero deberá sobrevivir a la terna de leones que en su propio partido ya se preparan para pelear con él para alzarse como futuros líderes del partido. Porque no es lo mismo chupar del bote que chupar del bote con la certeza de que, tarde o temprano, lo cambiarás por el grande, por el que ahora tiene Mariano Rajoy.

Y mientras tanto, en mi caso y en el de otros muchos como yo, la victoria o la derrota del PP y del PSOE en unas elecciones generales nos supone como diría un filósofo de talla mundial como Julio Iglesias 'que unos vengan, que otros se vayan y que la vida siga igual'.