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martes, 8 de noviembre de 2011

Rajoy y Rubalcaba, reyes del cacareo o de los 'careos caca'

Ha pasado el cara a cara y de todo lo dicho en la noche de ayer sólo consigo recordar un detalle y dos o tres datos, todos facilitados por Pepa Bueno en la antesala del mismo. Uno; el plató era de color gris y con moqueta negra antideslizante. Dos, tenía una superficie 200m2. Tres, la temperatura ambiente era de 21º. Y el detalle: la americana XXL de Rubalcaba. Le iba tan grande que llegué a pensar que al final del 'cacareo' (palabra compuesta para definir una 'caca de careo' o bien el show de dos gallinas ponedoras cacareando en el corral; mucho 'poc, poc, poooc' y poca concreción de ideas) se la agarraría por las puntas, desplegaría dos gigantescas alas negras y saldría volando del plató cual murciélago, batiendo los brazos con fuerza.

Lo peor del asunto es la inquietante lectura que extraigo de todo esto. Porque habla poco o nada en favor de los candidatos que en los tiempos en los que les toca erigirse en la figura de confianza del ciudadano de a pie, la que asegure que hay vida más allá de las listas del INEM, el aspecto que más me reconfortara anoche fuese la seguridad de que a la mañana siguiente ni Rajoy ni Rubalcaba se verían obligados por enfermedad a tener que cancelar actos de su campaña electoral, gracias al buen hacer de los organizadores del debate y a su temperatura ambiente de 21º.

Ya lo comenté en un post anterior y después de lo de ayer me reafirmo. Rubalcaba y Rajoy son como ese chaval que se sienta en el sofá en las fiestas de cumpleaños, apartado. El mismo que a la hora de abrir los regalos cuando le entrega el suyo al homenajeado éste le pregunta qué hace en su fiesta y si se conocen de algo. El mismo que le responde: “Vamos y venimos juntos al colegio desde que nacimos, vivimos enfrente el uno del otro, la puerta de tu cuarto está delante de la de mi cuarto, joder, Mariano, que soy Alfredo, tu hermano.” Así son. Dos líderes de partido con ausencia de carisma.

Por todo lo demás, suscribo mi impresión inicial y hoy tengo la cara del tonto que se ha pasado una noche de su vida pegado frente al televisor viendo a dos señores hablar de nada en concreto. Y no es que difiera mucho de lo que pueda ser otra noche cualquiera de mi vida, donde se me queda la misma cara de tonto de ver a personas hablar de nada en concreto. El matiz radica en que los días de cada día son los 'sesudos' tertulianos de programas de intelectualidad de altos vuelos low cost como La Noria los que me la provocan y ayer, supuestamente, el hombre que va a gobernar el país en el que vivo. Un país que, según los últimos indicadores del BBVA, está de nuevo a las puertas de la recesión y en el que el paro seguirá aumentando en 2012.

Y ponerse en manos de quien asegura hablar claro y sin tapujos y no dice nada es para cagarse de miedo.

Por si acaso yo ando trabajando en la elaboración de una línea de papel higiénico en la que puede leerse: “Mira por dónde me paso tus promesas… y el nombre del que resulte elegido Presidente del Gobierno”.

Y es que tanto si elegimos la senda del cambio, como si elegimos la senda del cambio del cambio, tengo la impresión, funesta, de que esto sólo lo arregla Chuck Norris a guantazo limpio.