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martes, 22 de marzo de 2011

La teoría Hackereinstein: famosa o no, si tienes móvil, tienes fotos tuyas en pelotas

Algunos amigos y compañeros de trabajo se han llevado las manos a la cabeza cuando han sabido que un grupo de 'hackers' podría haber sustraído unas fotos con las que la actriz Scarlett Johansson, al parecer tal y como su madre la trajo al mundo, alegraba los chips ópticos a su inseparable iPhone. Tras saber que buena parte de los estupefactos no lo estaban por el hecho de que alguien sepa entrar a hurtadillas en tu móvil y apoderarse de toda clase de datos, si no por el de que existen imágenes de 'la Johansson con el culo al aire' y como diría el mayorista de marisco que no limpia pescado de la serie Aquí no hay quién viva, 'con esos pechotes...' me ha dado por preguntar, en voz alta, a quién se le ocurre hacerse esa clase de fotografías en el móvil. '¡Pues a todo el que tiene un móvil con cámara! ¿O es que tú nunca has hecho mirar el pajarito al pajarito?'

¿Y vosotros? La gran mayoría han asentido con la cabeza, hombres y mujeres. No es inhabitual, son esas acciones inconscientes que sin saber muy bien por qué a un buen número de individuos, por no decir todos, se les ocurren cuando tiene un objetivo delante, ya sea en la intimidad de sus hogares o en mitad de la plaza del pueblo.

¿Quién no tiene o recuerda alguna fotografía en la que, de repente, recortado en mitad del paisaje idílico de los Alpes suizos, entre picos nevados, asoma, peludo y blancuzco, el culo de ese amigo de viaje al que le encanta inmortalizar sus nalgas? El culpable de que las diapositivas de tus vacaciones siempre tengan un denominador común, un nexo: 'Aquí la Torre Eiffel y el culo de Perico. El Puente de Londres y el culo de Perico. El Partenón y el culo de Perico'.

¿O la de ese verano en la playa en la que en la foto coral todas tus amistades femeninas aparecen en top-less porque en ese instante no le dieron mayor importancia? Esa misma fotografía en la que, subrepticiamente, infiltradas en el margen inferior izquierdo asoman también los senos de la octagenaria alemana de dos toallas más atrás.

Por no comentar el punto exhibicionista y algo narcisista que vive en el interior de muchas personas y que suele aflorar en los momentos de aburrimiento para cristalizar en esas fotografías de encuadre imposible, de toma cenital, en las que, frecuentemente, el autoinmortalizado suele parecer víctima de una hidrocefalia galopante.

Sin embargo, lo verdaderamente importante no es qué motivo impulsa a uno a realizar y almacenar fotografías de sí mismo, de su pareja o incluso de ambos en actitudes cariñosas en la tarjeta de memoria externa o en la del propio teléfono móvil, si no la aparente facilidad con la que se puede acceder a ellas si se tienen conocimientos de informática.

Porque nuestros móviles de última generación, cada vez más sofisticados, son, al tiempo, enormes fuentes de datos personales más allá de la carpeta de imágenes como contraseñas, cuentas bancarias, direcciones...un mundo apetitoso para los 'hackers', ya sean 'buenos' -es decir pajilleros que 'roban' las fotos de Scarlett Johansson desnuda sin ánimo de lucro, si acaso de lascivia- o 'malos', que son los que te clonan hasta los calzoncillos para emplearlo de modo fraudulento.

Al parecer el FBI, según el portal TMZ, investiga una cincuentena de 'celebrities' posibles víctimas de esta clase de robos de información íntima porque, no lo olvidemos, es mucho más 'goloso' entrar o colarse en la 'vida moviprivada' de alguien famoso que de un 'mindundi'. De hecho, ahora que lo pienso, creo que yo también he sido víctima de un 'hacker' bueno porque es lo único que explicaría el mensaje de 'borrado por exceso de fealdad' que aparece cada vez que quiero acceder a una de mis fotos. 

Resumiendo, que si nuestra vida no estuviera ya sumamente expuesta a que cualquiera con un teclado y algo de idea de Internet, redes sociales, datos telemáticos o cualquier elemento que implique la transmisión de datos electrónica pueda averiguar de nosotros hasta la potencia a la que freímos los huevos en nuestra vitrocerámica, ahora hemos de preocuparnos por el uso que demos a algo tan cotidiano como el móvil.