Si esto fuese la antigua
Grecia los oráculos o asesores externos, como les gusta que se les
denomine, ya habrían advertido a los gobernantes del futuro incierto
del país. La interpretación de los augurios no dejan lugar a dudas.
La muerte de un hombre por intoxicación a causa de la ingesta de una
seta venenosa que prolifera en zonas verdes y parterres de Barcelona,
la 'ofrenda' al vulgo de un cerdo en mitad de La Ronda o el desplome
en el número de constitución de hipotecas el pasado mes, son signos
inequívocos; España va directa al abismo.
La primera señal, la
seta tóxica, sería para los oráculos una clara alusión a la
situación económica que atraviesa el país, la misma que ha
disparado la tasa de paro a cotas impensables e intolerables para una
'supuesta' potencia económica de la 'zona euro' y que tiene entre la
espada y la pared a un gran número de familias.
Crece y se multiplica con
la misma rapidez con la que lo hacían en años anteriores la
vivienda, los créditos hipotecarios, los préstamos personales... su
accesibilidad es total y lo mejor de todo es que no importa cuántas
necesites porque, ya que estás, si quieres dos, mejor llévate
cuatro. El único pero es que son venenosas, mortales y una vez
ingeridas el único modo de salvar el cuello es devolverlas sí o sí.
Igual que el endeudamiento familiar.
Yo, que no creo en
oráculos, soy de los de la opinión que si uno no es micólogo, ni
un 'cazador de setas' experto, desconfíe de cualquier hongo que
crezca en zonas verdes públicas como parterres o parques, porque,
seguramente, no serán aptas para el consumo humano. Y en materia de
economía, tres cuartos de lo mismo.
La segunda señal, el
cerdo en mitad de la carretera, sería para los oráculos que el
pueblo demanda a sus gobernantes soluciones prácticas y sobre todo
completas. Porque un cerdo es un bien tangible que se puede 'comer' y
del que se aprovecha hasta el último centímetro.
Yo, que no creo en
oráculos, soy de la opinión o que el transportista debe revisar
mejor su camión a la hora de asegurar la carga o que nos encontramos
ante el primer cerdo indignado, un marrano que, harto del triste
final que les aguarda a él y sus congéneres, se ha decidido a
'saltar a la calle' para hacer oír sus derechos.
La tercera señal, el
desplome de la concesión de hipotecas, sería para los oráculos, un
indicio más que irrefutable de que el crédito en España sigue
retenido y no fluye. Además de apuntar a que la crisis del sector
inmobiliario sigue latente a pesar de los múltiples intentos de
reajuste del mercado.
Yo, que no creo en
oráculos, soy de la opinión que no hace falta ser un oráculo ni un
asesor externo para llegar a esa conclusión. ¿Quién se sorprende
de la caída de la concesión de hipotecas en el mes de octubre?
Si los bancos no están
por la labor de dar crédito a no ser que sea para adquirir una de
las muchas viviendas que tienen en 'stock' sin salida aparente, las
mismas que hace unos años alegremente financiaban porque venderlas
resultaba tan sencillo como vender rosquillas a Homer Simpson y ahora
son tan pesadas como el mismo ladrillo del que están hechas. Si la
tasa de paro está por encima del 20% y algunos analistas se
aventuran a decir que podría llegar al 27% en 2012. Si los sueldos
han perdido poder adquisitivo porque o han sido rebajados, o
congelados mientras el coste de la vida ha seguido su curso habitual,
encareciéndose. Si...
Yo, que no creo en
oráculos, digo ¡joder, si lo raro es que hayan formalizado alguna!
Pero no todo está
perdido. Los oráculos, o asesores externos, dirían a sus
gobernantes que los augurios son augurios y como tales se pueden
cambiar. Lo que no dirían, o se callarían, por respeto, es hasta
qué punto sus gobernantes generan suficiente confianza como para
hacer creer que ese cambio es posible.