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jueves, 24 de noviembre de 2011

Cerdos, setas tóxicas, hipotecas y oráculos: de cabeza al abismo

Si esto fuese la antigua Grecia los oráculos o asesores externos, como les gusta que se les denomine, ya habrían advertido a los gobernantes del futuro incierto del país. La interpretación de los augurios no dejan lugar a dudas. La muerte de un hombre por intoxicación a causa de la ingesta de una seta venenosa que prolifera en zonas verdes y parterres de Barcelona, la 'ofrenda' al vulgo de un cerdo en mitad de La Ronda o el desplome en el número de constitución de hipotecas el pasado mes, son signos inequívocos; España va directa al abismo.

La primera señal, la seta tóxica, sería para los oráculos una clara alusión a la situación económica que atraviesa el país, la misma que ha disparado la tasa de paro a cotas impensables e intolerables para una 'supuesta' potencia económica de la 'zona euro' y que tiene entre la espada y la pared a un gran número de familias.

Crece y se multiplica con la misma rapidez con la que lo hacían en años anteriores la vivienda, los créditos hipotecarios, los préstamos personales... su accesibilidad es total y lo mejor de todo es que no importa cuántas necesites porque, ya que estás, si quieres dos, mejor llévate cuatro. El único pero es que son venenosas, mortales y una vez ingeridas el único modo de salvar el cuello es devolverlas sí o sí. Igual que el endeudamiento familiar.

Yo, que no creo en oráculos, soy de los de la opinión que si uno no es micólogo, ni un 'cazador de setas' experto, desconfíe de cualquier hongo que crezca en zonas verdes públicas como parterres o parques, porque, seguramente, no serán aptas para el consumo humano. Y en materia de economía, tres cuartos de lo mismo.

La segunda señal, el cerdo en mitad de la carretera, sería para los oráculos que el pueblo demanda a sus gobernantes soluciones prácticas y sobre todo completas. Porque un cerdo es un bien tangible que se puede 'comer' y del que se aprovecha hasta el último centímetro.

Yo, que no creo en oráculos, soy de la opinión o que el transportista debe revisar mejor su camión a la hora de asegurar la carga o que nos encontramos ante el primer cerdo indignado, un marrano que, harto del triste final que les aguarda a él y sus congéneres, se ha decidido a 'saltar a la calle' para hacer oír sus derechos.

La tercera señal, el desplome de la concesión de hipotecas, sería para los oráculos, un indicio más que irrefutable de que el crédito en España sigue retenido y no fluye. Además de apuntar a que la crisis del sector inmobiliario sigue latente a pesar de los múltiples intentos de reajuste del mercado.

Yo, que no creo en oráculos, soy de la opinión que no hace falta ser un oráculo ni un asesor externo para llegar a esa conclusión. ¿Quién se sorprende de la caída de la concesión de hipotecas en el mes de octubre?

Si los bancos no están por la labor de dar crédito a no ser que sea para adquirir una de las muchas viviendas que tienen en 'stock' sin salida aparente, las mismas que hace unos años alegremente financiaban porque venderlas resultaba tan sencillo como vender rosquillas a Homer Simpson y ahora son tan pesadas como el mismo ladrillo del que están hechas. Si la tasa de paro está por encima del 20% y algunos analistas se aventuran a decir que podría llegar al 27% en 2012. Si los sueldos han perdido poder adquisitivo porque o han sido rebajados, o congelados mientras el coste de la vida ha seguido su curso habitual, encareciéndose. Si...

Yo, que no creo en oráculos, digo ¡joder, si lo raro es que hayan formalizado alguna!

Pero no todo está perdido. Los oráculos, o asesores externos, dirían a sus gobernantes que los augurios son augurios y como tales se pueden cambiar. Lo que no dirían, o se callarían, por respeto, es hasta qué punto sus gobernantes generan suficiente confianza como para hacer creer que ese cambio es posible.